
Un cierre lleno de acción en lugar de la clásica calma
Por primera vez en décadas, la etapa final del Tour de Francia promete dejar de ser una tranquila procesión hacia los Campos Elíseos para transformarse en un combate lleno de adrenalina. La organización del Tour ha confirmado que, antes de la tradicional llegada a la avenida más famosa de París, los ciclistas enfrentarán tres ascensos a la Butte Montmartre, una colina empedrada que podría cambiar el guión habitual del desenlace.
Montmartre, el nuevo escenario del drama ciclista
La Butte Montmartre, con sus 1,1 kilómetros de longitud y una pendiente media del 5,9 %, fue ya un punto clave durante la carrera olímpica en 2024. En esa ocasión, Remco Evenepoel brilló con una actuación memorable que le aseguró el oro olímpico. “Esa subida te obliga a atacar”, comentaba entonces el belga, recordando el lugar donde se despegó en solitario rumbo a la victoria. En la rama femenina, Kristen Faulkner fue la ganadora en una prueba igualmente exigente.
Ahora, esta emblemática colina vuelve a tomar protagonismo, pero en la máxima cita del ciclismo mundial.
Tres pasos que cambiarán la historia del Tour
Los organizadores han diseñado el tramo final para incluir tres pasadas por la colina parisina: la primera a 40 kilómetros de la meta, la segunda a 23 kilómetros y la definitiva a solo 6 kilómetros de la línea final. Esto, según los expertos, ofrece oportunidades claras para que los puncheurs (ciclistas explosivos que atacan en subidas cortas) agiten la carrera como nunca antes.
Esta decisión pretende romper con la costumbre de una etapa final sin grandes emociones, introduciendo un componente de estrategia, tensión y posibles sorpresas hasta el último momento.
Opiniones divididas entre los protagonistas
No todos los corredores ven con buenos ojos este cambio. Jonas Vingegaard, dos veces ganador del Tour, no se mostró entusiasta. “Eerlijk, voor mij hoeft het niet”, dijo al medio Het Laatste Nieuws. “Este verano, 150 corredores estarán luchando por posición en una subida muy estrecha. Eso puede generar más estrés del necesario”.
Remco Evenepoel también había expresado su escepticismo en el pasado sobre la inclusión del adoquinado en el recorrido de la Grande Boucle. Sin embargo, no todos piensan igual. En Alpecin-Deceuninck, el equipo de Van der Poel y Philipsen, ven la decisión como una oportunidad de oro para dinamizar el espectáculo.
Una apuesta por el espectáculo… con riesgos
Aunque la organización busca condimentar la última etapa y evitar el tedio, no es menor el riesgo que implica una subida empedrada tan cerca del final. El caos, la técnica y la presión pueden marcar diferencias cruciales en una carrera que normalmente ya tendría dueño para entonces.
Este giro inesperado pone sobre la mesa una pregunta clave: ¿estamos ante una evolución del ciclismo moderno o ante un experimento que podría pasar factura?
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